En ocasiones hay que hacer un alarde de imaginación para llegar a ellos. Google maps no te servirá de nada, pues la mayoría de las veces su camuflaje es perfecto. Hablamos de los bares clandestinos o speakeasy, esos establecimientos que nacieron en el Nueva York de los años 20 debido a la Ley Seca y que se escondían bajo la fachada de otro negocio para así pasar desapercibidos. En aquel entonces, la manufactura, venta y transporte de alcohol estaba totalmente prohibida bajo pena de cárcel por los que degustar una bebida espirituosa se convirtió en tarea casi imposible.

Hoy, muchas capitales del mundo cuentas con bares clandestinos en los que ya no está prohibido beber alcohol, pero siguen conservando un aire de clandestinidad y exclusividad pues no siempre es fácil acceder a ellos. Hay algunos a los que se accede solo por invitación, otros a través de una contraseña y los hay a los que se accede previa reserva.

En Buenos Aires, ahora parece que este tipo de establecimientos ha renacido. En ellos se combina una decoración que mezcla las tendencias actuales con elementos típicos de los años 20 y se ofrece un producto actual y de calidad bajo un halo de misterio. Eso sí, para degustar sus cócteles, primero hay que saber dónde están y cómo entrar.