Un colosal enjambre compuesto por millones de efímeras de la especie Ephoron virgo sobrevuela el puente del río Ebro en Tudela, Navarra, para poner sus huevos sobre el brillante asfalto, que confunden con la superficie acuática del río.
Las ninfas, el nombre que se le da a las formas larvarias, son acuáticas, pero una vez alcanzada la edad adulta adquieren forma alada, con una vida extraordinariamente breve. A partir de ese momento no se alimentarán ni se detendrán hasta que llegue su final.
Las cópulas son aéreas, y se desarrollan en tiempo récord: solo cuentan con una o dos horas de vida, tal vez menos, con lo que no hay tiempo que perder.
Pero no todo es breve en la biología de estos insectos. Las puestas sufren un largo período de diapausa, (un estado fisiológico de inactividad temporal) de ocho meses hasta la eclosión de las ninfas, cuyo ciclo larvario dura entre tres y cuatro meses.
En España existen 148 especies de un total de unas 3.000 identificadas en todo el planeta. En las ciudades, la contaminación lumínica supone para estos insectos una trampa mortal. La luz de las farolas atrae a los enjambres, provocando que estas frágiles criaturas mueran antes de depositar sus huevos.