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Jesús Calleja, la persecución de un sueño

¿Cómo comenzó tu amor a la montaña? ¿En algún momento soñaste con subir el Everest?

Jesús Calleja: Pues empezó desde pequeñín. Toda la vida lo he tenido claro. Nadie me inspiró, simplemente me encantaba la montaña. Mi padre era pescador y nos llevaba a pescar a todos los hermanos, con mi madre… hacíamos mucha vida de campo. Pero no me atraía la caña, sino las montañas. Alguna vez me perdí, pero me dio una fiebre innata por la montaña que nadie de mi familia tenía. Y me di cuenta que no solo quería subir montañas, sino escalar, hacer alpinismo, escalada en hielo, grandes montañas… intentar controlar y disfrutar en todas las facetas deportivas que ofrece la montaña.

¿Y alguna vez soñaste con subir el Everest?

Jesús Calleja: Sí, sí. Lo tenía claro. Quería hacer las montañas más destacadas de España, las paredes más emblemáticas… y antes de escalar el Everest tenía más de 30 ascensiones a seismiles, seguro, otros tantos sietemiles… y el Everest estaba en mi lista que tenía que tachar. Me gusta en las disciplinas que practico, desde el submarinismo, el alpinismo, rallies… llegar a un cierto nivel. Nunca llegaré a ser un supercrack de nada, pero al final consigo llegar a un buen nivel y en este aspecto el Everest tenía que estar en mi lista.

Calleja subiendo por una de las escaleras fijas de uno de los tramos de ascensión al Everest.Varias expediciones se acumulan en algunos tramos del ascenso al pico más alto del mundo.

¿Puedes contarnos las sensaciones de la ascensión y lo que sentiste en la cima?

Jesús Calleja: Nadie te lo dice pero el 80% de la expedición es una mierda: te dan hipoxias, vives confinado… por ejemplo subir el Everest me llevó dos meses y pico hacerlo, en condiciones terribles, en unos pocos metros cuadrados, ¡la mayor parte del tiempo te lo pasas en la tienda de campaña!

Pero el día que subí el Everest fue el día más importante de mi vida, porque descendiendo de la montaña me di cuenta de que era tan sublime lo que acababa de hacer, que solo querría hacer eso desde ese momento de mi vida. No volvería a tener trabajos convencionales, sino que tendría que vivir toda mi vida entera de la aventura, de escalar montañas y de poner mi cuerpo al límite poniéndome retos.

Además da la casualidad que yo subí el Everest el mismo día que Edmund Hillary y Tenzing Norgay en 1953. Fue casualidad, porque justo ese día daban una pequeña ventana de buen tiempo en uno de los años más complicados meteorológicamente en el Everest.

Aunque incómoda, la máscara de oxígeno permite evitar riesgos para la salud en la ascensión al Everest.Jesús Calleja junto al sherpa Pasang Chiring, con quién consiguió subir el Everest.

¿Crees que el montañismo ha cambiado? ¿qué peligros acechan al Everest? ¿Está realmente masificado?

Jesús Calleja: Date cuenta que en 2005 fue la primera vez que salió el primer equipo portátil que pesaba 3 kilos. Ahora vivimos en un mundo tan sumamente comunicado con smartphones, redes sociales… y parece que la experiencia es menor. Pero no es que sea menor, es que es más fácil de contar. Y eso genera más anhelos y claro hay más gente que va a intentarlo, lo que significa que también hay un mayor número de éxitos. Esto implica una mayor profesionalización de los servicios, empresas que ofrecen prestaciones profesionales para que subas al Everest… De modo que cuando una actividad se convierte en muy repetitiva pierde un poco el interés, se quedan en una rutina de la que ya nadie habla. Pero, sin duda, el Everest sigue siendo el Everest.

Ver el reportaje completo de "Españoles en el Everest, la conquista de la cima del mundo".