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15 grandes libros de viajes

Los viajes se hacen paso a paso tanto como letra a letra, pues es el mismo impulso, la curiosidad, el que nos mueve a avanzar por los caminos y las páginas, siempre un poco más, hasta el siguiente horizonte, hasta el siguiente capítulo, allí donde, tal vez, logremos por fin, despejar la incógnita de la felicidad.

Todos los viajes comienzan con una interrogación y no con una brújula. Y los iniciamos porque confiamos que en algún lugar existe una respuesta: puede estar en el camino, o puede estar en un libro. Ambos son espacios del tránsito y de búsqueda.

El camino está fijado como tópico literario desde la Antigüedad. Se trata del “homo viator”, el hombre viajero y el camino como existencia, como metáfora de la vida. Ahí está Dante diciéndonos en el primer verso de la Divina Comedia aquello de que: “En medio del camino de nuestra vida, me perdí por una selva oscura”. También se perdió Ulises, y Homero creó un canto para explicar a todo el que quisiera escuchar cómo el héroe logró volver a su hogar.

El viaje y la literatura están ligados desde el principio. Siempre hubo alguien que sintió la necesidad de viajar, así como siempre hubo alguien que necesitó contarlo. Así es que nació la literatura viajera, aquella que tiene voluntad de testimonio, la que dice “yo fui”, “yo estuve allí”, “esto es lo que me ocurrió”.

¿Y cuántos viajes no habrán comenzado con un libro? Es a través de las páginas de los libros que llegamos a recrear lugares que nunca vimos. Vamos, o volvemos, una y otra vez, las veces que haga falta, por terrenos imaginados, o lugares olvidados, por ciudades invisibles, mares venturosos, coordenadas extremas, desiertos de hielo o de arena, tierras ignotas.

En los libros vivimos todas las vidas posibles y luego, como queremos más, aparece la idea de un viaje que nos lanza a los caminos. De ahí que valga tanto la lectura, porque con ella vuelve la imaginación que nunca debimos dejar atrás. Y al imaginar nos preguntamos curiosos si es que todo lo que nos rodea está bien, si la cotidianidad es la que debería ser, o si tal vez debería ser otra, en otro espacio, en otro horizonte.

El viaje y la literatura son la manifestación de nuestra curiosidad. Por eso, hay muchos libros por leer, tantos como viajes por hacer. Es posible que no tengamos tiempo para todo; pero no importa, consiste en ir paso a paso, letra a letra, no quedarnos quietos -o no quedarnos donde nos dijeron que nos quedáramos. Cada libro es una búsqueda. Por eso, el mejor regalo, siempre será el libro que nos brinde la siguiente incógnita.

15 grandes libros de viajes

Los viajes se hacen paso a paso tanto como letra a letra, pues es el mismo impulso, la curiosidad, el que nos mueve a avanzar por los caminos y las páginas, siempre un poco más, hasta el siguiente horizonte, hasta el siguiente capítulo, allí donde, tal vez, logremos por fin, despejar la incógnita de la felicidad.

Todos los viajes comienzan con una interrogación y no con una brújula. Y los iniciamos porque confiamos que en algún lugar existe una respuesta: puede estar en el camino, o puede estar en un libro. Ambos son espacios del tránsito y de búsqueda.

El camino está fijado como tópico literario desde la Antigüedad. Se trata del “homo viator”, el hombre viajero y el camino como existencia, como metáfora de la vida. Ahí está Dante diciéndonos en el primer verso de la Divina Comedia aquello de que: “En medio del camino de nuestra vida, me perdí por una selva oscura”. También se perdió Ulises, y Homero creó un canto para explicar a todo el que quisiera escuchar cómo el héroe logró volver a su hogar.

El viaje y la literatura están ligados desde el principio. Siempre hubo alguien que sintió la necesidad de viajar, así como siempre hubo alguien que necesitó contarlo. Así es que nació la literatura viajera, aquella que tiene voluntad de testimonio, la que dice “yo fui”, “yo estuve allí”, “esto es lo que me ocurrió”.

¿Y cuántos viajes no habrán comenzado con un libro? Es a través de las páginas de los libros que llegamos a recrear lugares que nunca vimos. Vamos, o volvemos, una y otra vez, las veces que haga falta, por terrenos imaginados, o lugares olvidados, por ciudades invisibles, mares venturosos, coordenadas extremas, desiertos de hielo o de arena, tierras ignotas.

En los libros vivimos todas las vidas posibles y luego, como queremos más, aparece la idea de un viaje que nos lanza a los caminos. De ahí que valga tanto la lectura, porque con ella vuelve la imaginación que nunca debimos dejar atrás. Y al imaginar nos preguntamos curiosos si es que todo lo que nos rodea está bien, si la cotidianidad es la que debería ser, o si tal vez debería ser otra, en otro espacio, en otro horizonte.

El viaje y la literatura son la manifestación de nuestra curiosidad. Por eso, hay muchos libros por leer, tantos como viajes por hacer. Es posible que no tengamos tiempo para todo; pero no importa, consiste en ir paso a paso, letra a letra, no quedarnos quietos -o no quedarnos donde nos dijeron que nos quedáramos. Cada libro es una búsqueda. Por eso, el mejor regalo, siempre será el libro que nos brinde la siguiente incógnita.