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Animales en peligro de extinción

El título de este libro es En peligro, pero la pregunta es: ¿a quién se aplica esto? Estas dos líneas dan comienzo a la obra del fotógrafo Tim Flach, quien en compañía del científico Jonathan Baillie, y la orientación de varios prominentes conservacionistas, ha pasado más de dos años capturando en imágenes a algunas de las especies más emblemáticas de nuestro planeta. "La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza -UICN- también ha sido un recurso inestimable que ilustra con un detalle fenomenal cuán rápido y con qué amplitud las especies animales están sufriendo descensos peligrosos y fatales" advierte Tim, sin dejar pasar la primera oportunidad de destacar la importante labor de esta institución para la consecución de su proyecto.

En Endangered, nos embarcamos en un viaje en el que descubriremos una sorprendente diversidad de especies en peligro de extinción, desde corales hasta osos polares, y los entornos específicos que necesitan para sobrevivir. También las amenazas causadas por nosotros, los seres humanos, a las que se enfrenta cada especie, entre las que se incluyen enfermedades, especies especies invasoras, la pérdida de hábitat, el comercio ilegal, la contaminación y el cambio climático.

La sociedad moderna está perdiendo el contacto con la naturaleza y con los ritmos básicos de la vida

De este modo, Endangered se trata de un libro extremadamente informativo, pero que va mucho más allá de ser una mera recopilación de instantáneas sobre el estado de las especies amenazadas: se trata de un experimento único que explora el papel de las imágenes en el establecimiento de una conexión emocional con los animales y sus hábitats.

Hoy, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, y las personas pasan menos tiempo al aire libre o en lugares salvajes. Hay más dispositivos móviles que personas en el planeta, y los niños del mundo desarrollado pasan una buena parte del día mirando una pantalla. La sociedad moderna está perdiendo el contacto con la naturaleza y con los ritmos básicos de la vida. Pocas personas tienen algún sentido de la posición de las estrellas, del ciclo lunar y el momento de las mareas. Todavía menos si se trata de cuando se producen las grandes migraciones de aves o insectos. "Continuamos alejándonos del medio ambiente que dio cobijo a nuestros antepasados ​​durante millones de años y nos dio forma como humanos".

Esta desconexión de la naturaleza llega en un momento en que la sociedad está teniendo un impacto sin precedentes en las especies y ecosistemas del mundo. Las poblaciones de vertebrados del mundo han disminuido en más del 50% desde 1970, y actualmente alrededor del 20% de las especies del mundo están en peligro de desaparecer.

En la historia de este planeta, ha habido grandes eventos de extinción. El último de ellos ocurrió hace aproximadamente sesenta millones de años. Actualmente estamos provocando una la sexta extinción que difiere de todas las extinciones anteriores en el sentido de que esta, esta siendo principalmente impulsada por nosotros. "Si queremos invertir esta tendencia destructiva, necesitamos redefinir nuestra relación cultural con la naturaleza". En pocas palabras: debemos valorar más las formas de vida que no sean las nuestras. Este cambio solo llegará si logramos crear una conexión profunda con las demás especies que nos permita comprender el papel que desempeñan en nuestra salud mental, física y emocional, así como también en nuestra propia supervivencia.

"Siempre he sentido una sensación de asombro hacia el mundo natural" nos cuenta Flach. De niño, salía a caminar y pasaba el tiempo dibujando paisajes. Recuerdo una ocasión muy vívidamente: estuve sentado en un campo de maíz durante días. Uno de estos, estaba tan enfocado en mi entorno que, cuando una abeja pasó frente a mí, pude sentir su energía atravesando el cielo mientras el lápiz rayaba el papel. Esa sensación de mayor conciencia de la naturaleza se ha convertido en algo que siempre busco redescubrir y comunicar en mi trabajo como fotógrafo.

Una conexión tan fuerte con nuestro mundo natural no es algo extraño o arcaico: teorías como la hipótesis de Gaia han intentado explicar la increíble complejidad de nuestro planeta con sus notables capacidades homeostáticas: ese equilibrio perfecto que permite, sostiene y alimenta la vida en La Tierra. "Por supuesto, si no podemos entender cómo la Tierra puede mantener este entorno para la vida en el mundo, no nos daremos cuenta del punto de inflexión en el que podemos dañarlo irreversiblemente" comenta Flach. "La idea de que el mundo natural es vulnerable solo ha empezado a integrarse en la conciencia moderna en las últimas décadas. Estamos en una situación única en nuestra historia y es algo tenemos que cambiar culturalmente. Sintiendo esa urgencia quería crear imágenes que nos conmoviesen emocionalmente, de modo que nos sintamos obligados a provocar un cambio en nuestra relación con la naturaleza".

Así, las fotografías de Tim Flach tienen la capacidad única de capturar la esencia las especies que retrata mientras fomentan una conexión emocional profunda entre el observador y lo observado. "A lo largo de este proyecto, me sentí afortunado de haber visto y fotografiado algunos de los animales más extraordinarios del mundo. En Kenia, miré a los ojos al último rinoceronte blanco del norte macho. En las aguas frente a las costas de las Islas Galápagos, he observado a los tiburones martillo dando vueltas serenamente sobre mí. En México, he guiado la mirada hacia arriba para observar a miles de mariposas monarca colgando del cielo como confeti dorado. Este viaje me ha dejado claro que no podemos simplemente arrancar a los animales de su entorno natural y ponerlos en un arca para proteger su futuro sin considerar la importancia del hábitat que les ha sido arrebatado".

Sus fotos de animales son deslumbrantes, pero también comprometidas a nivel visceral: no antropomorfizan excesivamente a los animales, más bien, fomentan una relación mediante la captura de los instintos y emociones que compartimos con ellos: miedo, emoción, vulnerabilidad, la necesidad de formar parte de un grupo o proteger a los jóvenes.

Dijo el Doctor George Schaller, uno de los biólogos más respetados del mundo en cierta ocasión que, se puede hacer la mejor ciencia del mundo, pero la conservación se basa en la emoción, y a menos que se trate de emociones, nunca podremos hacer nada relevante.

"Tenemos que cambiar culturalmente nuestra relación con el mundo natural"

La conservación viene del corazón y uno nunca debería olvidar eso."El mensaje principal de este libro es que tenemos que cambiar culturalmente nuestra relación con el mundo natural", comenta el fotógrafo. Es fundamental crear una sensación de parentesco con los animales, ya que es absolutamente necesaria una implicación emocional que nos impulse a la acción. Este es el desafío actual de la ciencia, y precisamente para conectar a personas con la ciencia y la conservación, necesitamos el arte. Tenemos que sentir algo si vamos a actuar", concluye.