Del tamaño de un gato, la ardilla gigante de la India puede saltar hasta 6 metros y tiene un colorido vibrante en su pelaje afelpado.
Tienen el lomo morado, el rostro naranja y las patas de un bermellón intenso. A diferencia del resto de su cuerpo —recubierto de una mata gruesa de pelaje—, las orejas de una especie de ardilla gigante en las selvas de India parecen tener un tacto diferente, similar al algodón. Además del colorido de su abrigo natural, estos roedores se distinguen de otras especies de la misma familia por ser realmente grandes.
Un roedor de colores ‘vibrantes’
La ardilla gigante de la India (Ratufa indica) puede llegar a medir hasta un metro. Debido a sus dimensiones, hay ejemplares que pueden pesar hasta 2 kilos. Se sabe que son inofensivas y además de su tamaño, destacan de otros animales salvajes en la zona por el colorido de su pelaje.
Recientemente, los roedores salvajes generaron conmoción en redes sociales tras ser documentadas por el fotógrafo de National Geographic, Kaushik Vijayan. Al subirlas a su cuenta de Instagram, su más reciente excursión científica en su propio país se volvió viral. Según su investigación, la especie habita las selvas húmedas más septentrionales del subcontinente, donde se alimentan de frutas y nueces silvestres.
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Arquitectas en las copas de los árboles
Gracias a la musculatura poderosa con la que cuentan en las piernas, las ardillas gigantes de la India pueden saltar distancias superiores a los 6 metros. Otras especies hermanas en América y Europa apenas logran alcanzar la mitad. Además, han desarrollado estrategias de almacenamiento de comida más sofisticadas: diseñan y construyen almacenes en las copas de los árboles, donde otros animales no pueden alcanzarlas.
En contraste, otras especies más pequeñas ‘esconden’ su comida debajo de la tierra. Así, ‘siembran’ diferentes especies de árboles, y mantienen la diversidad nutricional que el sedimento necesita para ser fértil. Las ardillas gigantes no hacen nada de eso. Por el contrario, sólo guardan las semillas, nueces y frutas que recolectan en las ramas de los árboles, en espacios que ellas mismas construyen.
Hace dos décadas, la especie fue catalogada como ‘vulnerable’, a raíz de la destrucción de su hábitat natural. Sin embargo, durante el nuevo milenio, han logrado recuperar terreno y restablecer las poblaciones hasta niveles deseables. Al día de hoy, los biólogos aún se debaten sobre a qué se debe el contraste tan marcado de colores en su pelaje.
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