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Bucovina, los monasterios pintados de Rumanía

Bucovina es la región más septentrional de Rumanía. En sus misteriosos bosques se oculta un grupo de monasterios ortodoxos único en el mundo
por las pinturas murales en el exterior de las iglesias. Un relato medieval de la vida de los santos, escenas bíblicas y un futuro nada placentero para los pecadores.

Unos grisáceos demonios escamosos acompañan a pecadores hasta la comisura de la boca de la bestia...

Una enorme lengua de fuego surge de la boca de un dragón de mirada sorprendentemente relajada. Sobre el magma purificador, unos grisáceos demonios escamosos acompañan a pecadores hasta la comisura de la boca de la bestia, símbolo del infierno, mientras muchos otros aguardan haciendo cola. Es una de las imágenes más poderosas que ofrecen los murales exteriores del monasterio ortodoxo de Putna, en la Bucovina rumana.

A 70 kilómetros de ahí, el monasterio de Dragomirna parece una fortaleza porque es una fortaleza. Un cuadrado de piedra protegido por las correspondientes torres de vigía. En el centro geométrico se halla una iglesia con silueta de barco pero tejados puntiagudos y aleros muníficos. Es la estructura que encontraremos reiteradamente en los llamados "monasterios pintados" de Bucovina. La explicación se halla en los continuos embates que las fuerzas turcas realizaban sobre la región, obcecadas en conquistar el territorio hasta Viena.

Mosaicos para el pueblo

Estos monasterios se alzaron a partir del siglo XV. Las iglesias eran de reducidas dimensiones, algo muy común en los templos ortodoxos. Las élites del momento tenían derecho a asistir a los oficios y fuera quedaban el pueblo llano y las ingentes tropas que defendían la posición. De ahí que se optara por seguir con las historias bíblicas que ilustraban los muros interiores pintando también frescos en las paredes externas.

Así, aparecieron una docena de monasterios que han sobrevivido al paso de los siglos, los avatares históricos y los elementos atmosféricos. Son como biblias iluminadas pero en las paredes de iglesias de inquietante estética centroeuropea. Hierofanía al aire libre.

Aun siendo uno de los atractivos culturales más poderosos de Rumanía, los monasterios de Bucovina permanecen aislados en una región fronteriza con Ucrania, de malas carreteras y peor transporte público. De ahí que para visitarlos todos se requiera cierta organización, un vehículo propio o la contratación de un tour. De esta manera se pueden ir recorriendo los cenobios, que sorprenden porque, en su uniformidad, poseen cada uno características propias. Nunca distan más de 20 kilómetros entre ellos.

La angosta escalera era un objetivo militar: permitía matar a los asaltantes uno a uno, pues no había manera de acceder en tropel

Al subir los peldaños de la torre de vigía del monasterio de Humor se tiene una visión maravillosa de la iglesia en el centro del rectángulo, dominando los cuatro costados de la muralla. La angosta escalera era un objetivo militar: permitía matar a los asaltantes uno a uno, pues no había manera de acceder en tropel.

Desde el puesto de vigilancia se comprueba una constante de todos los conventos: las pinturas de los muros norte están prácticamente borradas por efecto de la lluvia y el viento. Las situadas en las paredes sur, aunque han perdido algo de color y definición con el paso de las centurias, son inteligibles e hipnóticas. Muestran el universo de las creencias medievales en todo su esplendor.

Las imágenes de santos y sus correspondientes milagros y martirios llenan lienzos de pared. Se agolpan como ejércitos que llegaron a la Tierra para proteger a los mortales. Escenas bíblicas como la expulsión del Edén y el Diluvio Universal; pasajes evangélicos como la crucifixión de Cristo o la coronación de la Virgen; hechos históricos como el sitio de Constantinopla del año 626; y dilemas que nos esperan a todos en un futuro más o menos lejano como el Juicio Final llenan cada centímetro de los muros, a veces incluidos los contrafuertes. Escoltando siempre las escenas, huestes de ángeles con las alas y el cuerpo repletos de ojos que todo lo ven.

Arte bizantino

Las pinturas no son únicamente conmovedoras por tener siglos, sino también por mostrar la hierática expresividad clásica del arte bizantino. No en vano toda esta estética tiene su fuente de inspiración en el heleno monte Athos, de donde llegaron algunos de los primeros monjes que ocuparon estos monasterios.

Como muestran las imágenes; da igual que sean clérigos o aristócratas, solo los puros se salvan

El convento de Voronet, que se distingue por lucir un color azul irrepetible cuyo origen se desconoce, exhibe el fresco considerado más maravilloso. Unos pergaminos marcados con los signos del zodiaco presiden la escena de un Juicio Final en el que quienes se salvan circulan con cierta relajación escoltados por ángeles y acompañados por san Pablo. Por el contrario, los destinados a la sangre hirviente del averno ponen cara de circunstancias cuando no de completa angustia.

En el monasterio de Sucevita la escena más llamativa son los milagros de Jesús y la Escalera de las Virtudes, que consta de 32 peldaños. Quien no sea digno de acceder con ella al Cielo cae en un momento u otro, tal y como muestran las imágenes; da igual que sean clérigos o aristócratas, solo los puros se salvan.

Todos estos recintos monásticos se hallan en lugares aislados, fuera de los núcleos urbanos, protegidos por los profundos bosques rumanos, una masa forestal sin parangón en Europa. Ello hace que su recorrido sea todavía más sensitivo e interesante, transitando por un mundo agrícola al que a duras penas ha llegado la mecanización. Agricultores y ganaderos se mueven en carros de caballos y realizan las tareas con horcas y a fuerza de brazos. Una atmósfera de salto atrás en el tiempo que resulta imborrable.