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Denny era de sexo femenino y tenía una madre neandertal y un padre denisovano

Denisova 11 es el nombre que ha recibido un fragmento de un hueso de un brazo o de una pierna, de unos 2,5 centímetros de longitud, que fue hallado hace unos años junto a miles de fragmentos óseos en la Galería Este de la cueva de Denísova, en el sur de Siberia. En el fragmento óseo Denisova 11 se detectaron restos de ácido y otras marcas superficiales, que "podrían ser el resultado de haber pasado a través del sistema digestivo de un carnívoro", según un estudio publicado en Scientific Reports en 2016, quizá a través de los ácidos del estómago de una hiena.

El fragmento perteneció a un individuo de sexo femenino que tenía, al menos, 13 años de edad cuando murió, hace más de 50.000 años, según la datación por radiocarbono, y probablemente hace unos 90.000 años, según el investigador sueco Svante Pääbo. Este especialista en genética evolutiva es, junto con Viviane Slon, el principal autor de un estudio sobre el fragmento óseo Denisova 11, publicado esta semana en Nature y de gran repercusión mundial. El genoma de este individuo ha podido ser secuenciado en el laboratorio, revelando que tenía una madre neandertal y un padre denisovano. "Sabíamos por estudios previos que neandertales y denisovanos debieron de tener hijos de forma ocasional, pero nunca creí que seríamos tan afortunados de encontrar un hijo real de ambos grupos", expresa Slon en un comunicado del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva.

El fragmento perteneció a un individuo de sexo femenino y de más de 13 años de edad

Tanto neandertales como denisovanos son grupos extintos de homínidos que se separaron unos de otros hace más de 390.000 años, según el estudio publicado en Nature, y que habitaron Eurasia (Europa y Asia) hasta hace unos 40.000 años, cuando los humanos anatómicamente modernos (los seres humanos modernos) llegaron a Europa y colonizaron el continente, procedentes de Asia Central y de Oriente Medio. Los investigadores han podido comprobar que la madre de Denny, el individuo femenino del fragmento óseo Denisova 11, era genéticamente más cercana a los neandertales que vivieron en el oeste de Europa que a un individuo neandertal que vivió antes en la cueva de Denísova, lo que demuestra que los neandertales migraron entre el oeste y el este de Eurasia en algún momento después de hace 120.000 años y antes de su desaparición. El análisis del genoma también ha revelado que el padre denisovano tenía, al menos, un antepasado neandertal muy anterior en su árbol familiar.

"A partir de este genoma individual hemos podido detectar múltiples casos de interacción entre neandertales y denisovanos", dice Benjamin Vernot, coautor del estudio. "Neandertales y denisovanos puede que no tuvieran muchas oportunidades de encontrarse, pero cuando lo hicieron, debieron de mantener relaciones sexuales frecuentemente, más de lo que creíamos hasta ahora", señala Pääbo. "Es posible que neandertales y denisovanos fueran, al menos parcialmente, absorbidos por las antiguas poblaciones de humanos modernos al mezclarse con ellas, dejando como legado los restos de ADN neandertal y denisovano que todavía encontramos en los genomas de algunas personas actuales. No podemos saber a través del ADN si las interacciones entre los diferentes grupos fueron pacíficas o agresivas, pero es una cuestión fascinante sobre la cual merece la pena reflexionar", comenta Slon a National Geographic España.