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Descubierto en Chile el excepcional fósil de una hembra de ictiosaurio embarazada

En la Patagonia Chilena, en rocas antiguas del Cretácico inferior, ha aparecido el excepcional fósil de un ictiosaurio, uno de los muchos reptiles que se adaptaron al medio marino durante el Mesozoico, la era de los dinosaurios. Existen bastantes restos de ictiosaurios, pero este fósil es verdaderamente excepcional: no sólo el esqueleto está completo, sino que los científicos han podido confirmar que se trataba de una hembra, y que estaba embarazada.

Pero... ¿cómo que estaba embarazada? ¿No eran los ictiosaurios reptiles marinos? ¿Y no son ovíparos todos los reptiles, hasta los dinosaurios?

Los ictiosaurios son un grupo de reptiles que se adaptaron al medio marino, como también lo hicieron las tortugas, los sauropterigios (grupo al que pertenecen los plesiosaurios, estos famosos reptiles acuáticos de cuello largo), o los populares mosasaurios (parientes de las serpientes y los varanos, gigantescos lagartos marinos que han saltado a la fama en la cinematográfica sagade Jurassic World). Estamos familiarizados con la imagen de las tortugas marinas volviendo a las playas a poner los huevos, y durante mucho tiempo se asumió una estrategia parecida para los reptiles marinos prehistóricos. Sin embargo, gracias al registro fósil sabemos que muchos de ellos eran ovovivíparos: sus huevos se quedaban dentro de la madre, eclosionaban, y daban a luz a las crías. Varios fósiles, entre ellos de ictiosaurios, a los que la fosilización les pilló, o bien gestando, o incluso dando a luz son la prueba fehaciente de esta forma de reproducción.

Un ictiosaurio completo

Este nuevo fósil es el primer ictiosaurio completo hallado en Chile, y el único portador de embriones de su edad (de hace unos 129-139 millones de años, entre los pisos Valenginiense y Hauteriviense del Cretácico Inferior). Su hallazgo se ha producido en el Parque Nacional Torres del Paine, en el Glaciar Tyndall, y ha sido posible gracias a una expedición del Centro de Investigaciones Antárticas GAIA de la Universidad de Magallanes (UMAG) que además ha contado con financiación de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo de Chile (ANID).

La paleontóloga Judith Pardo-Pérez descubrió este curioso fósil en 2009, pero hasta abril de este 2022 no ha podido ser recuperado y trasladado en helicóptero para su conveniente estudio. Y es que se trata de un ejemplar de 4 metros de largo y se hallaba en una zona de difícil acceso (los paleontólogos tenían que acceder a pie tras 10 horas de caminata, o a caballo, lo cual complicaba cualquier tipo de investigación in situ). Ahora,el equipo de la Dra. Pardo-Pérez, formado por investigadores de la UMAG y de la Universidad de Manchester, actuarán como verdaderos “forenses del pasado”. Del estudio de este extraordinario ejemplar se podrá extraer nueva información: a qué especie pertenecía, el grado de desarrollo de sus embriones, y qué posibles enfermedades o lesiones acumuló durante su vida. Una nueva ventana a la vida en el Cretácico Inferior.