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Día 10. El paseo en Zodiac

Resulta increíble lo rápido que el cuerpo humano puede acostumbrarse a las distintas circunstancias que le rodean, ya se trate del frío, el calor, o el incesante vaivén de una nave con un casco de forma ovoide.

El caso es que, desde nuestra travesía por el mar de Hoces, no habíamos vuelto a acordarnos de las pastillas para el mareo. Incluso nos habíamos atrevido con algunos de los platos más consistentes que forman parte del menú de a bordo. La reflexión viene al caso de la copiosa cena de la que disfrutamos ayer, tras la cual, pasamos la noche navegando como ya forma parte de la rutina.

Si la frase es aplicable a un viaje en barco, puede decirse que volvimos sobre nuestros pasos. Nos encontrábamos de nuevo al norte, en los alrededores de la conocida como isla del Diablo, una pequeña ínsula de unos 1,6 kilómetros cuadrados considerada un área especial para la conservación de las aves, ya que en su cara norte anida una colonia de hasta 15.000 pingüinos de Adelia.

Mapa de situación de la expedición a la Antártida.

Entre los objetivos del día se encontraba realizar un par de inmersiones en estas aguas, ya que al igual que sucede con el mar de Weddell, por su gran biodiversidad se trata de una zona también propuesta para la creación de un Área Marina Protegida. Sin embargo, debido a la abundante presencia de hielo, durante la mañana el equipo se ha tenido que conformar con tratar de buscar una zona lo suficientemente segura para descender ya por la tarde.

Así pues, la mañana se presentaba tranquila, la primera quizá desde que embarcamos. Sin embargo, y para nuestra muy grata sorpresa no iba a ser así, y todavía con la taza del desayuno humeando recibimos el aviso de que, ante la imposibilidad de operar el submarino, saldríamos a hacer una pequeña expedición en bote a las inmediaciones.

Varias capas de ropa después, estábamos en las lanchas navegando entre bloques de hielo, algunos conquistados por pequeños grupos de focas que, lejos de importunarse con nuestra presencia, parecían mirarnos con curiosidad desde sus pequeñas fortalezas flotantes.

Visto de cerca, el hielo, del cual ahora apreciábamos nuevos colores, texturas y brillos, adquiría un nuevo matiz. De hecho, una de las cosas que más nos llamó la atención fue el sonido del extraño burbujear que nos rodeaba, producido por la liberación del aire contenido en este, fruto de la fusión por el contraste de temperatura con el agua.

Un págalo austral del género Stercorarius descansa en un témpano de hielo.Dos lobos marinos antárticos (Arctophoca gazella) vigilan nuestros movimientos.Los icebergs ofrecen un cuadro interminable de texturas.

Tampoco olvidaremos el momento en el que muy cerca de nosotros escuchamos un fuerte crujido que no supimos identificar en un primer momento. Se trataba de un iceberg en miniatura que había perdido parte de su masa emergida y producto del cambio en el centro de gravedad se volteaba lentamente en el agua hasta encontrar un nuevo punto de equilibrio, como si estuviera vivo.

Si hubiera dependido de nosotros, a pesar del frío, el viento, y la sensación de vulnerabilidad que uno siente en medio del océano helado al ver alejarse el barco desde el que ha sido botado al mar, nos hubiéramos pasado la mañana en la lancha. Sin embargo, llegó el momento de volver.

En nuestra ausencia el equipo había estado trabajando en la ubicación de la inmersión de la tarde, y había que poner rumbo hacia la costa sur de la península Trinidad, donde tendría lugar.

Transcurridas algunas horas después de la operación, John Hocevar continuaba visiblemente excitado por la que describió como una de las mejores inmersiones de su vida. La visibilidad bajo el agua era perfecta, y esta vez se toparon con una pared vertical tan cubierta de esponjas y corales que bloqueaban las luces del submarino creando variopintas sombras. También estrellas de plumas y peces caracol. Todo era tan increíble que John nos cuenta que se sintió aliviado al darse cuenta de que su micrófono no estaba grabando, ya que estaba seguro de que todo lo que pudo hacer fue exclamar: "¡Esto es una locura!" una y otra vez.

Fotograma de vídeo en el que se pueden ver corales y esponjas vistos durante una inmersión del sumergible en el fondo marino de la Antártida. Fotograma del vídeo registrado durante la inmersión en el que se puede ver parte de la biodiversidad encontrada en aguas antárticas.  Fotograma de vídeo donde aparecen esponjas, crinoideos y moluscos en una comunidad diversa de invertebrados vistos durante la inmersión del sumergible.

Cuando finalmente el submarino emergió a la superficie, los icebergs se habían desplazado hacia el área de la inmersión, por lo que sus ocupantes tuvieron que hacer algunas maniobras para encontrar un lugar despejado y salir a la superficie. Aparecieron más lejos del barco de lo habitual, por lo que lancha de apoyo procedió a remolcarlos para tratar de no forzar las baterías de este. Había sido un gran día en todos los sentidos, pero lo mejor de todo es que el equipo científico esta seguro que la evidencia de esta inmersión ayudará en gran medida a que este lugar sea protegido como un Ecosistema Marino Vulnerable.

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