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Las probabilidades de impacto del asteroide Bennu

Hace millones de años, el impacto de un enorme asteroide cambió la Tierra de manera irrevocable, provocando a la larga la extinción de los dinosaurios y generando gran cantidad de cambios en la superficie del planeta. ¿Y si un nuevo asteroide chocara con la Tierra? ¿Podríamos pararlo antes del impacto? Un nuevo estudio de la NASA titulado “Ephemeris and hazard assessment for near-Earth asteroid (101955) Bennu based on OSIRIS-REx data” calculó hace años  la trayectoria del asteroide con un extraordinario nivel de exactitidu. Y, según los datos, parece que tampoco hay que preocuparse demasiado.

Gracias a la nave espacial Origins, han conseguido realizar un seguimiento más preciso con el objetivo de conocer mejor los movimientos de este asteroide potencialmente peligroso hasta el año 2300 y así reducir la incertidumbre sobre una posible colisión.

Exactamente, hasta el año 2300, la posibilidad de que el asteroide Bennu choque con la Tierra es, en cualquier caso, menor al 1%. El punto de máximo riesgo de colisión en un solo día ocurrirá el 24 de septiembre del año 2182, jornada en que la probabilidad será del 0,037%.

Investigar para evitar el desastre

En palabras de la científica Kelly Fast, responsable del Programa de Observación de Objetos Cercanos a la Tierra, ”la misión de Defensa Planetaria de la NASA es encontrar y monitorear asteroides y cometas que pueden acercarse a la Tierra y puedan representar un peligro para nuestro planeta”. En relación con el asteroide Bennu la especialista explicó que “realizamos estudios astronómicos continuos que recopilan datos para descubrir objetos previamente desconocidos y refinar nuestros modelos orbitales. La misión OSIRIS-REx ha brindado una oportunidad extraordinaria para afinar y probar estos modelos, ayudándonos a predecir mejor dónde estará Bennu cuando se acerque a la Tierra dentro de más de un siglo”.

Precisamente OSIRIS-REx, antes de separarse de Bennu el 10 de mayo de 2021, pasó más de dos años muy cerca del asteroide, recopilando información sobre su tamaño, forma, masa, y composición a la vez que analizaba su giro y trayectoria orbital, así como las muestra de roca y polvo de la superficie del asteroide que han llegado a la Tierra en septiembre de 2023.

El mayor problema para los científicos es conocer los llamados “ojos de cerradura gravitacional” (gravitational keyhole en inglés), es decir, regiones del espacio donde la gravedad de un planeta altera la órbita de un asteroide. A este respecto, “ahora solo tenemos dos ojos de cerradura gravitacional de más de un kilómetro que debamos considerar” apuntaDavide Farnocchia, líder de la investigación y perteneciente al Centro de Estudios de Objetos Cercanos a la Tierra, dependiente del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en Pasadena, California.

"Nunca antes habíamos modelado la trayectoria de un asteroide con esta precisión”, ha explicado el propio Farnocchia. Y la verdad es que tranquiliza saber que ningún asteroide impactará en los próximos años contra la Tierra.