El tabaco no es solo perjudicial para la salud. Además, es una gran amenaza para el medio ambiente. Este es el mensaje de la nueva campaña de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de cara a la celebración del Día Mundial sin Tabaco de 2022. El objetivo: sensibilizar al gran público sobre el impacto ambiental de tabaco durante todo el proceso de producción, desde el cultivo hasta la distribución final.
La producción de tabaco no es inocua para el medio ambiente. Provoca deforestación, contamina el agua y genera gases de efecto invernadero. En concreto, 84 millones de toneladas CO2 equivalente, según las estimaciones que baraja la OMS. Además, se estima que cada año se talan más de medio millón de árboles, se gastan unos 22 millones de litros de agua y se destruyen unos 3,5 millones de hectáreas.
"Las consecuencias ambientales del consumo de tabaco agregan una presión innecesaria sobre los ya escasos recursos y los frágiles ecosistemas de nuestro planeta, algo que resulta especialmente peligroso para los países en desarrollo, pues en ellos se concentra la mayor parte de la producción tabacalera” afirma el doctor Ruediger Krech, director de Promoción de la Salud de la OMS, quien asegura que cada vez que encendemos un cigarrillo, estamos quemando literalmente recursos escasos de los que depende nuestra propia existencia.
Deforestación y pérdida de rendimiento agrícola
Cada año se estima que desaparecen entre unos 3,5 y 4,3 millones de hectáreas de bosques para convertirlos en plantaciones de tabaco, un perjuicio que va más allá de la deforestación, pues, además de acabar con los bosques, empobrece la calidad del suelo y disminuye el rendimiento y la regeneración de las tierras de cultivo.
Por cada 300 cigarrillos producidos se talan 8 árboles.
Para tener una idea más clara del impacto directo del tabaco en la deforestación, solo hay que tener presente que para elaborar 300 cigarrillos se necesitan 8 árboles, sin contar con los efectos producidos durante el resto del proceso de producción, como, por ejemplo, el secado y procesamiento de las hojas.
Contaminación del agua
Sin embargo, el impacto ambiental de la producción de tabaco no se limita a la pérdida de bosques y degradación de campos de cultivo, sino que también afecta a los recursos hídricos. Además de la cantidad de agua necesaria para el cultivo y el procesamiento, habría que añadir los efectos de la contaminación de cursos de agua. Esto ocurre porque la mayoría de las plantaciones de tabaco se encuentran muy cerca de ríos con el fin de aprovechar el agua. Por eso, cuando se filtran productos tóxicos, los agentes contaminantes acaban contaminando los recursos hídricos de los que se abastecen las poblaciones cercanas.
Los países pobres, los más afectados
Por si fuera poco, el impacto ambiental del tabaco afecta más a quienes menos recursos tienen. Según advierten organizaciones como la OMS o el Banco Mundial, los países en vías de desarrollo son los que concentran las mayores producciones de tabaco, con lo que dependen en mayor medida de las multinacionales tabaqueras.
Se calcula que cerca del 90% de toda la producción de tabaco se concentra en el mundo en vías de desarrollo. En los países de renta baja y media, muchos agricultores y responsables gubernamentales ven en el tabaco un cultivo comercial que puede generar crecimiento económico, aunque los beneficios económicos que depara el cultivo a corto plazo quedan anulados por sus consecuencias a largo plazo: aumento de la inseguridad alimentaria; endeudamiento de los agricultores, enfermedades y degeneración del medio ambiente. En otras palabras, además de ser perjudicial para la salud, el tabaco amenaza el medio ambiente y genera mayor desigualdad. Una razón más para animarse a dejar de fumar.