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La pesca del calamar, en el punto de mira

El calamar gigante de Humboldt (Dosidicus gigas) es el cefalópodo más grande y más abundante del Pacífico Sudoriental. Se trata de una especie migratoria, con una tasa de crecimiento rápida y con una vida muy corta, por lo que su captura es objeto de una competencia feroz para los buques pesqueros. Esta enorme criatura de hasta 2 metros de longitud y unos 45 kilos de peso es una de las más vendidas y consumidas del mundo. Normalmente, se exporta a Europa, Estados Unidos y Asia, ya sea en conserva o congelado. Su alta demanda ha hecho que en los últimos años hayan aumentado tanto las capturas como el número de grandes buques pesqueros que faenan en las costas de América del Sur en busca de este preciado producto. Por ejemplo, según la organización Global Fishing Watch, en el último año su número ha crecido un 10%. Y lo peor, muchos de ellos faenan con métodos ilegales.

Pero las pesquerías no son infinitas, y los recursos se agotan. Y a medida que esto sucede, crece la preocupación por la salud de los océanos. Según un nuevo estudio de Greenpeace, la captura de calamar se ha multiplicado por 10 desde 1950, lo que supone un total de casi 5 millones de toneladas anuales en la última década. Una consecuencia, denuncia la ONG, de las pesquerías sin control y la industrialización de los océanos.

Transbordo entre un pesquero de calamares y un buque frigorífico en el océano Índico Norte.

El informe titulado El calamar en el punto de mira: receta para el desastre, destapa la enorme escala de la pesca mundial de estos cefalópodos. Según la organización conservacionista, el ascenso meteórico de la pesca de calamar y la demanda resultante de la especie no tiene precedentes históricos: algunas áreas han experimentado un aumento de más del 800% en el número de barcos en los últimos cinco años, con flotas de más de 500 embarcaciones que han operado sin límites en aguas internacionales. Una situación que se podría haber evitado, aseguran, con un Tratado Global de los Océanos más ambicioso que detenga la expansión de las pesquerías.

La captura de calamar se ha multiplicado por 10 desde 1950, lo que supone un total de casi 5 millones de toneladas anuales en la última década.

Parque del cargamento de calamares en aguas de Corea del Sur.

"He visto algunas de estas flotas de calamares en mar abierto; por la noche, los barcos están iluminados como estadios de fútbol y parece que el mar es un polígono industrial- declara Pilar Marcos, responsable de Océanos de Greenpeace España-. Nuestros mares se están industrializando: más allá de las aguas nacionales, a menudo es una batalla campal. La falta de control sobre las enormes y crecientes pesquerías de calamar en todo el mundo es un claro ejemplo de por qué están fallando las normas actuales para proteger los océanos".

Consecuencias catastróficas para los océanos

La disminución de las poblaciones de calamar tendría consecuencias catastróficas, tanto para la vida marina como para las comunidades costeras que dependen de la pesca para su sustento y seguridad alimentaria. Según apunta la ONG, la mayoría de las pesquerías de calamar siguen sin estar reguladas, por lo que actualmente no existen sistemas regulatorios y de monitoreo específicos para seguir el comercio global de estos cefalópodos. En 2019 solo los tres países pesqueros (China continental, Perú e Indonesia) fueron responsables de casi el 60% de las capturas mundiales, mientras que solo tres mercados (China continental, España y Japón) lideraron la mayoría de los movimientos del mercado global entre 2000 y 2019.

En 2019 solo los tres países pesqueros fueron responsables de casi el 60% de la captura mundial de calamar.

El informe coincidió con la Cuarta Conferencia Intergubernamental (IGC4) del proceso BBNJ (Biodiversidad más allá de la Jurisdicción Nacional), celebrada en Nueva York entre el 7 el 18 de marzo. En él se debatió la protección de las aguas internacionales mediante un Tratado Mundial de los Océanos, un tratado en el que Greenpeace reclamaba que para 2030 exista una red de santuarios oceánicos (áreas libres de actividad humana dañina) que englobe al menos un tercio de los océanos del mundo. Para la ONG las conversaciones suponían una oportunidad histórica para cambiar la gobernanza de los océanos, sin embargo no se llegó al acuerdo que tanto ansiaban las organizaciones ecologistas.

La protección de las aguas internacionales, que cubren casi la mitad del planeta, supondría un importante paso en el control de los ecosistemas de cara a un futuro más sostenible.

El establecimiento de una protección jurídica en forma de tratado internacional podría servir de gran ayuda a la hora de garantizar la sostenibilidad y la salud integral de ecosistemas amenazados, lo que contribuirá a gestionar mejor las pesquerías y a proteger así especies tan importantes como los calamares. Una red global de santuarios marinos permitirá proteger hasta el 30% de esas aguas internacionales, según Greenpeace, que ha elaborado un exhaustivo mapa interactivo en el que se muestran las principales amenazas en los océanos del planeta.

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La pesca del calamar, en el punto de mira

El calamar gigante de Humboldt (Dosidicus gigas) es el cefalópodo más grande y más abundante del Pacífico Sudoriental. Se trata de una especie migratoria, con una tasa de crecimiento rápida y con una vida muy corta, por lo que su captura es objeto de una competencia feroz para los buques pesqueros. Esta enorme criatura de hasta 2 metros de longitud y unos 45 kilos de peso es una de las más vendidas y consumidas del mundo. Normalmente, se exporta a Europa, Estados Unidos y Asia, ya sea en conserva o congelado. Su alta demanda ha hecho que en los últimos años hayan aumentado tanto las capturas como el número de grandes buques pesqueros que faenan en las costas de América del Sur en busca de este preciado producto. Por ejemplo, según la organización Global Fishing Watch, en el último año su número ha crecido un 10%. Y lo peor, muchos de ellos faenan con métodos ilegales.

Pero las pesquerías no son infinitas, y los recursos se agotan. Y a medida que esto sucede, crece la preocupación por la salud de los océanos. Según un nuevo estudio de Greenpeace, la captura de calamar se ha multiplicado por 10 desde 1950, lo que supone un total de casi 5 millones de toneladas anuales en la última década. Una consecuencia, denuncia la ONG, de las pesquerías sin control y la industrialización de los océanos.

Transbordo entre un pesquero de calamares y un buque frigorífico en el océano Índico Norte.

El informe titulado El calamar en el punto de mira: receta para el desastre, destapa la enorme escala de la pesca mundial de estos cefalópodos. Según la organización conservacionista, el ascenso meteórico de la pesca de calamar y la demanda resultante de la especie no tiene precedentes históricos: algunas áreas han experimentado un aumento de más del 800% en el número de barcos en los últimos cinco años, con flotas de más de 500 embarcaciones que han operado sin límites en aguas internacionales. Una situación que se podría haber evitado, aseguran, con un Tratado Global de los Océanos más ambicioso que detenga la expansión de las pesquerías.

La captura de calamar se ha multiplicado por 10 desde 1950, lo que supone un total de casi 5 millones de toneladas anuales en la última década.

Parque del cargamento de calamares en aguas de Corea del Sur.

"He visto algunas de estas flotas de calamares en mar abierto; por la noche, los barcos están iluminados como estadios de fútbol y parece que el mar es un polígono industrial- declara Pilar Marcos, responsable de Océanos de Greenpeace España-. Nuestros mares se están industrializando: más allá de las aguas nacionales, a menudo es una batalla campal. La falta de control sobre las enormes y crecientes pesquerías de calamar en todo el mundo es un claro ejemplo de por qué están fallando las normas actuales para proteger los océanos".

Consecuencias catastróficas para los océanos

La disminución de las poblaciones de calamar tendría consecuencias catastróficas, tanto para la vida marina como para las comunidades costeras que dependen de la pesca para su sustento y seguridad alimentaria. Según apunta la ONG, la mayoría de las pesquerías de calamar siguen sin estar reguladas, por lo que actualmente no existen sistemas regulatorios y de monitoreo específicos para seguir el comercio global de estos cefalópodos. En 2019 solo los tres países pesqueros (China continental, Perú e Indonesia) fueron responsables de casi el 60% de las capturas mundiales, mientras que solo tres mercados (China continental, España y Japón) lideraron la mayoría de los movimientos del mercado global entre 2000 y 2019.

En 2019 solo los tres países pesqueros fueron responsables de casi el 60% de la captura mundial de calamar.

El informe coincidió con la Cuarta Conferencia Intergubernamental (IGC4) del proceso BBNJ (Biodiversidad más allá de la Jurisdicción Nacional), celebrada en Nueva York entre el 7 el 18 de marzo. En él se debatió la protección de las aguas internacionales mediante un Tratado Mundial de los Océanos, un tratado en el que Greenpeace reclamaba que para 2030 exista una red de santuarios oceánicos (áreas libres de actividad humana dañina) que englobe al menos un tercio de los océanos del mundo. Para la ONG las conversaciones suponían una oportunidad histórica para cambiar la gobernanza de los océanos, sin embargo no se llegó al acuerdo que tanto ansiaban las organizaciones ecologistas.

La protección de las aguas internacionales, que cubren casi la mitad del planeta, supondría un importante paso en el control de los ecosistemas de cara a un futuro más sostenible.

El establecimiento de una protección jurídica en forma de tratado internacional podría servir de gran ayuda a la hora de garantizar la sostenibilidad y la salud integral de ecosistemas amenazados, lo que contribuirá a gestionar mejor las pesquerías y a proteger así especies tan importantes como los calamares. Una red global de santuarios marinos permitirá proteger hasta el 30% de esas aguas internacionales, según Greenpeace, que ha elaborado un exhaustivo mapa interactivo en el que se muestran las principales amenazas en los océanos del planeta.

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