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Los 14 ochomiles, las montañas más altas del mundo

Las montañas siempre han estado ahí, casi tan viejas como el tiempo, recortándose en el horizonte y en la imaginación de los hombres. Bellas, majestuosas, o temibles, y siempre deseadas. Hay diferentes tipos de montañas; pero en el planeta solo existen 14 cimas que superan los míticos 8.000 metros respecto al nivel del mar. Son las más deseadas entre las deseadas.

Los caminos hacia las alturas

Francisco Andrada explicó en un antiguo artículo de abril de 1919, publicado en el Heraldo Deportivo, que los caminos hacia las alturas fueron abiertos por “hombres a los que no seducía viajar por viajar, por variar de paraje o distraer su imaginación, sino a quienes inspiraban sentimientos artísticos, guiaban móviles científicos o impulsaba su espíritu aventurero”.

De entre los primeros que sintieron la llamada de las montañas hubo uno que, sin embargo, sólo escaló desde la imaginación. Ese fue Petrarca, y desde entonces, el alpinismo tiene mucho de poesía. Efectivamente, se suele ver al gran poeta como uno de los primeros escaladores de la historia. Y a pesar de que escribió una memoria de su ascensión el 26 de abril de 1336 al monte Ventoso de los Alpes (1909 metros), distintos estudiosos señalan que el hito lo fue, en todo caso, espiritualmente.

Petrarca usó la escalada a modo de metáfora; pero su mérito, en el montañismo, consiste en haber definido el impulso de escalar montañas: “Impulsado únicamente por el deseo de contemplar un lugar célebre por su altitud, hoy he escalado el monte más alto de esta región, que no sin motivo llaman Ventoso”.

Con quien sí comenzó el alpinismo como se entiende hoy fue con Horace Bénedict de Saussure quien dijo que “desde mi infancia siento hacia la montaña la más decidida pasión”. La montaña que despertó tal pasión fue el Mont Blanc.

La ambición de dominar el Mont Blanc encontró su forma. El ginebrino llegó a ofrecer una recompensa económica para quien lograra dar con una ruta hasta la cima del gigante de los Alpes. Fueron muchos los que lo intentaron empujados por Saussure hasta que el 8 de agosto de 1786, Jacques Balmat y el doctor Michel Paccard, alcanzaron cima en los 4.807 metros. Un año más tarde, lo haría el propio Saussure.

Luego fueron llegando otros con el sueño de llegar a lo más alto sólo porque la montañas estaban ahí. Entre muchos, Edward Whymper, Albert Frederick Mummery, Hermann Buhl, Walter Bonatti, Reinhold Messner, el primero en acumular los 14 ochomiles, o el fabuloso Kílian Jornet. También están ahí, entre muchas, Junko Tabei, la primera mujer que alcanzó la cima del Tibet en 1975, o la pionera Marie Paradis, la primera en escalar el Montblanc, el techo de Europa, o la mediática española Edurne Pasaban.

¿Qué sienten las mujeres y hombres que llegan a la cima de las montañas? Tal vez algo como lo que describió Horace Bénedict de Saussure al cumplir su sueño de escalar el Mont Blanc: “La luna brillaba en el centro de un cielo de ébano, arrojando una luz radiante sobre la montaña. Deslumbrante, tanto como las estrellas”. Tal vez, escalamos porque queremos alcanzar las estrellas.