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Los bosques españoles recuperan terreno pero pierden salud

"Una ardilla podía cruzar España de norte a sur de árbol en árbol, sin tocar el suelo". Este dicho popular quizá es una exageración, pero sí es cierto que los bosques de la península Ibérica están amenazados por diversas causas. España cuenta con unas condiciones naturales que deberían ser suficientes para garantizar que entre un 90 y un 95% del territorio nacional estuviera cubierto de bosque. Pero la mano del hombre ha reducido ese porcentaje a poco más del 30%. En general, los árboles están recuperando terreno en todo el país, incluso a un ritmo superior a la media europea. Pero pierden salud y biodiversidad, están más amenazados por los incendios y el cambio climático y son más susceptibles a las plagas. Unas amenazas que se retroalimentan entre sí y que ralentizan la recuperación forestal.

Los problemas de los bosques en España

Uno de los principales males que atenazan a los bosques españoles es la desertificación, un fenómeno caracterizado por la degradación del terreno hasta convertirse en una zona árida, principalmente como consecuencia de factores climáticos o de la actividad humana. Según un informe publicado en 2020 por la Agencia Española de Meteorología, en los últimos 60 años una superficie de unos 30.000 kilómetros cuadrados, el equivalente a la superficie de Cataluña- ha pasado de ser catalogada como un área subhúmeda seca a semiárida, “una consecuencia directa del calentamiento global que cada día se irá generalizando en nuestros bosques” señala Miguel Ángel Ortega, presidente de la ONG Reforesta en una conversación con National Geographic España.

Terrenos más áridos y degradados

Pero la desertificación no es el único problema. "Existe otro factor, específicamente español, que tiene que ver directamente con el uso que se ha hecho del territorio- afirma Ortega-. Se trata de la degradación irreversible del suelo, un fenómeno que afecta, según un estudio publicado por el CSIC hace unos años a entre un 20 y un 34% del territorio español. En estas zonas es materialmente imposible una regeneración forestal espontánea, y una regeneración asistida por el hombre es demasiado costosa. En otras palabras, son terrenos echados a perder donde la recuperación forestal es matemáticamente imposible.

Las amenazas de los bosques: cambio climático, plagas e incendios forestales

Si hablamos de reforestación en España, hay margen de crecimiento, pues no debemos olvidar que el terreno admite muchos más bosques de los que hay en la actualidad. En este sentido, desde Reforesta apuntan que la superficie forestal ha crecido cerca de un 50% desde la década de 1970. Sin embargo, existen grandes factores que ralentizan o directamente amenazan la recuperación forestal: el cambio climático, las plagas y los incendios forestales, tres fenómenos que se retroalimentan entre sí. “Como consecuencia del cambio climático, los bosques son más vulnerables a las plagas, lo que provoca que a su vez haya cada vez más materia seca, algo que incrementa el riesgo de incendios forestales, que emiten más CO2 a la atmósfera”, explica Ortega, quien especifica que la pérdida de biodiversidad es un caldo de cultivo perfecto para las plagas.

El porcentaje de la superficie arbolada de España es uno de los más elevados de la Unión Europea, pero la pérdida de biodiversidad y de salud son una amenaza perenne.

Los incendios forestales, el cambio climático y las plagas son tres crecientes amenazas del cambio climático que se relacionan y retroalimentan. 

Una de esas plagas es la responsable de la seca’ o ‘decaimiento’, una enfermedad que está causando estragos en los bosques de encinas y alcornoques de las dehesas y los montes de la mitad sur del país. La provocan unos hongos microscópicos del género Phytophthora que actúan sobre las raíces de las plantas, lo que impide que absorban los nutrientes del suelo. Se trata de un problema muy extendido en las zonas forestales del sudoeste de la península Ibérica, especialmente en las comunidades autónomas de Andalucía y Extremadura. Y no es un problema menor, pues afecta principalmente a la producción de bellota, un alimento indispensable para la cría de cerdo ibérico, una actividad económica de gran valor añadido.

A más calor, más probabilidad tiene un terreno de sufrir un episodio de seca. Y a menos precipitaciones, mayor incidencia de otro de los males endémicos de los bosques españoles: la defoliación. La pérdida masiva de hojas, provocada principalmente por la falta de agua, es un problema generalizado en todo el territorio nacional, hasta el punto que afecta al 24% de los árboles del país, según datos de la Red Europea de Seguimiento de Daños de los Bosques.

La seca o decaimiento es la causa principal de la muerte de encinas y alcornoques de las dehesas y montes de la mitad sur del país. La enfermedad, provocada por un hongo, afecta a centenares de miles de árboles de las comunidades de Andalucía y Extremadura. 

El futuro de los bosques en España

Con estas perspectivas, ¿qué futuro le espera a los bosques españoles? Dependerá en gran medida de hasta qué punto seamos capaces de atajar las principales amenazas provocadas por el cambio climático. El porcentaje de superficie arbolada de España es uno de los más elevados de la Unión Europea, pero la falta de biodiversidad y de salud son una amenaza perenne. “Allá donde las circunstancias lo permiten, se produce una recuperación del bosque, incluso en aquellas zonas más afectadas por la desertificación”, concluye Ortega, quien especifica, sin embargo, que el cambio climático podría frenar considerablemente esa recuperación, especialmente en aquellas zonas repobladas más recientemente, en las que es posible que los plantones no soporten la pérdida de agua y la degradación del suelo. Cuando hablamos de recuperación del bosque, igual que sucede en muchos otros aspectos de la vida, no solo es importante la cantidad, sino también la calidad.