SI TIENES PROBLEMAS PARA REPRODUCIR!

Ilustración 1MABARADIO

 Haz click Aquí.

 

Los ritos afrobrasileños durante la pandemia

Muchos brasileños celebran la Nochevieja en la playa. Realizan ofrendas y celebraciones, encienden velas y saltan siete olas para atraer a la buena suerte. Este rito proviene de religiones como el candomblé y la umbanda, nacidas del encuentro de los diversos pueblos de origen africano arribados a Brasil. Como dicta la tradición, muchos sacerdotes afrobrasileños realizan predicciones para orientar a sus comunidades religiosas en el Año Nuevo. A través del juego de buzios, un sistema oracular yoruba basado en la mitología de sus deidades (los orishas), muchos pronosticaron que el 2019 también estaría regido por Obaluaê, el orisha de las enfermedades.

En el templo de “Roça do boiadeiro Amaro”, en el municipio de Campo Limpo Paulista, la seguidora candomblista Marluce Gomes baila en pleno trance, donde el orisha Obaluaê se manifiesta para proteger a sus seguidores del azote de las enfermedades.
Durante siglos, en las afueras de Salvador, los esclavos fugitivos encontraron en una roca un refugio para una vida de libertad. Allí fundaron el quilombo de Orobu y consagraron la piedra al orisha de la justicia. Hoy, la candomblista Priscila Nobre visita el lugar para rendir homenaje a Xangô.

Templos cerrados a cal y canto

Cuando ocurrieron los primeros casos de COVID-19 en Brasil, los templos se vieron obligados a cerrar. Para las religiones afrobrasileñas, estos espacios sagrados son como un pequeño pueblo, donde, en comunión, se rinde culto a los ancestros y a los orishas. Se cree que el axé, la energía vital que mueve el universo, se halla en los encuentros y los intercambios. Debido a la pandemia, todos fuimos privados de ella.

Conmovido por la angustia que me provocó el momento, busqué alivio en mi fe. Como sacerdote umbanda, mientras me preparaba para ejercer el oficio y me reunía con líderes religiosos de todo el país, me di cuenta de que todos estábamos pasando por la misma situación: tendríamos que adaptar los ritos ancestrales a la nueva realidad de la pandemia. Estas transformaciones radicales cambiarían para siempre las religiones afrobrasileñas. Como fotógrafo documental, pensé que debería registrarlas.

En Santo André, unos devotos practican una danza religiosa en trance durante un ritual en el templo “Espaço Jurema Mestra”. 
Las religiones afrobrasileñas creen que la diosa del amor, Oxum, vive en las cascadas.

Con el apoyo del Fondo de Emergencia COVID-19 para Fotoperiodismo de National Geographic Society he ideado un plan para hacer un seguimiento con los sacerdotes de todo el país. La pregunta que les hice a todos fue: “¿Cuáles son los problemas a los que se enfrentan y qué están haciendo para resolverlos?” Al final me di cuenta de que todos íbamos hacia dos polos diferentes, pero que juntos traeríamos la fuerza que buscábamos. Pensando en una respuesta para el futuro, adaptamos rituales ancestrales para mantener el colectivo a través de apps de reuniones virtuales. Así, podemos consolar a los que están físicamente lejos y, juntos, alabamos a nuestras deidades.

Al mismo tiempo, miramos al pasado, como lo hicieron nuestros antepasados ​​africanos, cuando las religiones de África estaban prohibidas en Brasil. Cuando nos desplazamos lejos buscamos un lugar en el que rezar sin riesgo de contagiarnos. Como hacían los antiguos curanderos centroafricanos, acompañé a los sacerdotes que trabajaban incansablemente para fomentar la salud en sus comunidades. Fotografié a otros que, impulsados ​​por el fuerte sentido colectivo nacido en los barrios de esclavos donde surgieron nuestras religiones, se centraron en ayudar materialmente a los más afectados por la grave crisis económica que acompañó a la pandemia.

El sacerdote Dudu de Oxalá utiliza la pólvora para neutralizar las energías negativas y ahuyentar así a los malos espíritus. 
Buscando protección, Lucas Borbas acudió a un cementerio de São Paulo para encontrarse con sus espíritus guardianes. Los practicantes de la umbanda creen que este es un lugar sagrado, donde los espíritus ancestrales viven bajo tierra en un lugar llamado Kalunga.

Debido a las nuevas variantes, todavía no podemos ejercer nuestra fe como antes. Sin embargo, a diferencia de hace dos años, ahora nos adaptamos. Como aprendimos de las historias de superación de nuestros mayores en tiempos lejanos, después de una experiencia intensa podremos contarle a las generaciones futuras cómo fuimos capaces de vencer a la pandemia.

La cobertura fotográfica de este proyecto fue financiada por National Geographic, que buscó documentar en varios países cómo las poblaciones se adaptaron a la pandemia.

Los ritos afrobrasileños durante la pandemia

Muchos brasileños celebran la Nochevieja en la playa. Realizan ofrendas y celebraciones, encienden velas y saltan siete olas para atraer a la buena suerte. Este rito proviene de religiones como el candomblé y la umbanda, nacidas del encuentro de los diversos pueblos de origen africano arribados a Brasil. Como dicta la tradición, muchos sacerdotes afrobrasileños realizan predicciones para orientar a sus comunidades religiosas en el Año Nuevo. A través del juego de buzios, un sistema oracular yoruba basado en la mitología de sus deidades (los orishas), muchos pronosticaron que el 2019 también estaría regido por Obaluaê, el orisha de las enfermedades.

En el templo de “Roça do boiadeiro Amaro”, en el municipio de Campo Limpo Paulista, la seguidora candomblista Marluce Gomes baila en pleno trance, donde el orisha Obaluaê se manifiesta para proteger a sus seguidores del azote de las enfermedades.
Durante siglos, en las afueras de Salvador, los esclavos fugitivos encontraron en una roca un refugio para una vida de libertad. Allí fundaron el quilombo de Orobu y consagraron la piedra al orisha de la justicia. Hoy, la candomblista Priscila Nobre visita el lugar para rendir homenaje a Xangô.

Templos cerrados a cal y canto

Cuando ocurrieron los primeros casos de COVID-19 en Brasil, los templos se vieron obligados a cerrar. Para las religiones afrobrasileñas, estos espacios sagrados son como un pequeño pueblo, donde, en comunión, se rinde culto a los ancestros y a los orishas. Se cree que el axé, la energía vital que mueve el universo, se halla en los encuentros y los intercambios. Debido a la pandemia, todos fuimos privados de ella.

Conmovido por la angustia que me provocó el momento, busqué alivio en mi fe. Como sacerdote umbanda, mientras me preparaba para ejercer el oficio y me reunía con líderes religiosos de todo el país, me di cuenta de que todos estábamos pasando por la misma situación: tendríamos que adaptar los ritos ancestrales a la nueva realidad de la pandemia. Estas transformaciones radicales cambiarían para siempre las religiones afrobrasileñas. Como fotógrafo documental, pensé que debería registrarlas.

En Santo André, unos devotos practican una danza religiosa en trance durante un ritual en el templo “Espaço Jurema Mestra”. 
Las religiones afrobrasileñas creen que la diosa del amor, Oxum, vive en las cascadas.

Con el apoyo del Fondo de Emergencia COVID-19 para Fotoperiodismo de National Geographic Society he ideado un plan para hacer un seguimiento con los sacerdotes de todo el país. La pregunta que les hice a todos fue: “¿Cuáles son los problemas a los que se enfrentan y qué están haciendo para resolverlos?” Al final me di cuenta de que todos íbamos hacia dos polos diferentes, pero que juntos traeríamos la fuerza que buscábamos. Pensando en una respuesta para el futuro, adaptamos rituales ancestrales para mantener el colectivo a través de apps de reuniones virtuales. Así, podemos consolar a los que están físicamente lejos y, juntos, alabamos a nuestras deidades.

Al mismo tiempo, miramos al pasado, como lo hicieron nuestros antepasados ​​africanos, cuando las religiones de África estaban prohibidas en Brasil. Cuando nos desplazamos lejos buscamos un lugar en el que rezar sin riesgo de contagiarnos. Como hacían los antiguos curanderos centroafricanos, acompañé a los sacerdotes que trabajaban incansablemente para fomentar la salud en sus comunidades. Fotografié a otros que, impulsados ​​por el fuerte sentido colectivo nacido en los barrios de esclavos donde surgieron nuestras religiones, se centraron en ayudar materialmente a los más afectados por la grave crisis económica que acompañó a la pandemia.

El sacerdote Dudu de Oxalá utiliza la pólvora para neutralizar las energías negativas y ahuyentar así a los malos espíritus. 
Buscando protección, Lucas Borbas acudió a un cementerio de São Paulo para encontrarse con sus espíritus guardianes. Los practicantes de la umbanda creen que este es un lugar sagrado, donde los espíritus ancestrales viven bajo tierra en un lugar llamado Kalunga.

Debido a las nuevas variantes, todavía no podemos ejercer nuestra fe como antes. Sin embargo, a diferencia de hace dos años, ahora nos adaptamos. Como aprendimos de las historias de superación de nuestros mayores en tiempos lejanos, después de una experiencia intensa podremos contarle a las generaciones futuras cómo fuimos capaces de vencer a la pandemia.

La cobertura fotográfica de este proyecto fue financiada por National Geographic, que buscó documentar en varios países cómo las poblaciones se adaptaron a la pandemia.