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La importancia de la competencia masculina en la evolución

¡Salven a las mujeres y los niños primero! Lejos del cliché, podría decirse, por regla general, que para los seres humanos, o al menos en nuestra cultura occidental, el valor que se le otorga a la vida de la mujer es mayor de la que se le da sus contrapartes masculinas. Las razones para ello pueden ser de lo más variopinto, y sin profundizar demasiado en el asunto, que no es el objeto de este artículo, podemos inferir que una de las posibles razones biológicas para la expresión de este rasgo cultural se debe al hecho de la sustituibilidad de los machos a la hora de la reproducción.

La ecuación es simple y atiende a unos hechos más que de demostrados: cuando se trata de la obtención de descendencia tan solo unos pocos machos son suficientes para fertilizar a muchas hembras, algo que el reino animal se da en la mayoría de las especies de reproducción sexual. Las hembras por su parte y según se mire, han sido castigadas o bendecidas con la función de albergar en su seno y traer al mundo una nueva vida, lo cual, si hablamos en términos puramente biológicos, requiere una mayor inversión de tiempo y energía. De ahí que ellas sean mucho más selectivas a la hora de elegir compañero, aunque eso también sea harina de otro costal.

De todo ello se deduce por tanto que el número de machos de una población tiene poca influencia en el crecimiento de la misma. Sin embargo, más allá de su tamaño, un factor no menos importante cuando hablamos de poblaciones en el reino animal atiende a la calidad genética de las mismas, y es precisamente a este respecto que un estudio publicado esta semana en la revista Evolution Letters bajo el titulo Selection in males purges the mutation load on female fitness, sugiere que los machos juegan un papel mucho más crucial de lo esperado en el mantenimiento de un acervo genético poblacional sano. Los machos resultan importantes para eliminar las mutaciones perniciosas en una población, o al menos eso es lo defiende el citado estudio llevado a cabo por la Universidad de Uppsala, el cual proporciona una nueva visión de las posibles consecuencias genéticas a largo plazo de la selección sexual.

La ventajas de la competencia masculina

El estudio, liderado por el biólogo evolutivo de la Universidad de Toronto, Canadá Karl Grieshop, apoya la teoría de que en muchas especies animales la selección que actúa sobre los machos puede imponer el beneficio fortuito a la población de que la descendencia herede genes sanos. Es decir, uno de los resultados de la dura competencia entre los machos es la eliminación selectiva de individuos con muchas mutaciones deletéreas - aquellas que no producen la muerte, sino una disminución de la capacidad del individuo para sobrevivir o reproducirse - lo que les impide transmitir dichas mutaciones. Esto puede ejercer efectos positivos a largo plazo sobre el crecimiento y la calidad del acervo genético de una población que se reproduce sexualmente.

"Cuando las mutaciones deletéreas se eliminan de una población mediante una selección rigurosa de machos, el resultado es que se reproducen menos machos, un proceso que puede tener lugar con poco o ningún efecto sobre el crecimiento de la población" explica Grieshop. "Esto se debe a que relativamente pocos machos son suficientes para fertilizar a todas las hembras de una población, por lo que en cuanto a la cantidad de descendencia, no existe una gran diferencia en base a si esas hembras han sido fecundadas por pocos o muchos machos, más especialmente en especies en las que el macho no cuida de su propia descendencia", continúa. "Por el contrario, una selección tan rigurosa en las hembras daría como resultado una menor reproducción de hembras, y por ende, una menor descendencia, lo que podría conducir a una disminución masiva de la población o incluso a la extinción", añade.

De la asexualidad al cribado genético

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores utilizaron 16 cepas genéticas del escarabajo de las semillas -Callosobruchus maculatus- para investigar en cada una de ellas cómo el número inferido de mutaciones deletéreas afectaba la capacidad reproductiva de hembras y machos por igual.

Pareja de Callosobruchus maculatus intentado desengancharse tras el apareamiento

Mediante la endogamia intensiva entre las cepas -cruce de individuos emparentados genéticamente- seguida de cruces entre cepas distintas, fue posible cuantificar los efectos acumulativos del conjunto único de mutaciones de cada cepa. Al comparar las cepas consanguíneas con los cruces entre ellas, los científicos pudieron ver que estas mutaciones dañaban tanto a hembras como a machos casi por igual. Sin embargo, cuando se observaron solo los cruces entre cepas, el entorno genéticamente más variable y el más representativo de cómo actuaría la selección natural en la naturaleza, estos efectos mutacionales solo se manifestaron en la aptitud masculina. En las hembras, los efectos deletéreos de las mutaciones que portaban no eran detectables en este contexto más genéticamente variable y, por lo tanto, no se eliminarían eficazmente mediante la selección específica de hembras en la naturaleza.

"Esto indica que, aunque estas mutaciones tienen un efecto perjudicial sobre la reproducción de las hembras, se eliminan de la población de forma más eficaz mediante la selección que actúa sobre los portadores masculinos que sobre los portadores femeninos. Investigaciones anteriores tanto de nuestro grupo como de otros investigadores han logrado demostrar este efecto mediante la inducción de mutaciones, sin embargo esta es la primera evidencia directa del fenómeno en variantes de genes que ocurren naturalmente", afirma Grieshop.

Nuestro estudio muestra que la producción de machos, que pueden participar en una intensa competencia por la oportunidad de aparearse, permite una purga más rápida de las mutaciones deletéreas de la población

En opinión de los investigadores, su estudio arroja nueva luz sobre la vieja pregunta de por qué tantos organismos multicelulares utilizan la reproducción sexual. "La producción de machos provoca una disminución en la capacidad total reproductiva de una especie, ya que los machos mismos contribuyen menos que las hembras a la producción de descendencia. La pregunta, entonces, es por qué una especie evoluciona para reproducirse sexualmente, en lugar de producir únicamente hembras a través de la reproducción asexual. Nuestro estudio muestra que la producción de machos, que pueden participar en una intensa competencia por la oportunidad de aparearse, permite una purga más rápida de las mutaciones deletéreas de la población, lo que podría permitir un conjunto de genes más saludable y una mayor capacidad reproductiva en relación con la reproducción asexual" concluye David Berger, director del Departamento de Ecología y Genética de la Universidad de Uppsala.