En su vuelta a casa desde la escuela, Stephen Mudoga, hijo de un granjero del condado de Nakuru, trata de pasar desapercibido ante la plaga de langostas que arrasa la zona. No solo no lo consigue, sino que tiene que esforzarse para que no pasar un mal rato. A mediados del mes de marzo, el pueblo de Elburgon está lleno de estos insectos.
Aunque el continente africano ha contribuido relativamente poco al calentamiento global, está sufriendo gran parte de las consecuencias del cambio climático. El impacto de la acción del ser humano solo empeorará en los próximos años y poblaciones como Nakaru, en Kenia, sufrirán sus efectos de manera mucho más intensa.