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Premio Nobel de la Paz 2018 a la lucha contra la violencia sexual en situaciones de guerra

El Comité Noruego del Nobel ha anunciado hoy desde Oslo a los ganadores del Premio Nobel de la Paz de 2018: el congoleño Denis Mukwege (1955) y la iraquí Nadia Murad (1993) "por sus esfuerzos en poner fin al uso de la violencia sexual como un arma de la guerra y del conflicto armado". Ambos laureados, procedentes de dos países muy castigados por la guerra, "han realizado una contribución decisiva al centrar la atención y combatir los crímenes de guerra", destaca el Comité Noruego del Nobel en un comunicado. Este año se cumple una década de la Resolución 1820 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que condena el uso de la violación y otras formas de violencia sexual en situaciones de conflicto, constituyendo un crimen de guerra y una amenaza al mantenimiento de la seguridad y la paz internacionales. Denis Mukwege ha dedicado su vida a defender a las víctimas de los crímenes de guerra, mientras que Nadia Murad ha denunciado los abusos perpetrados contra ella misma y contra otros. El Premio Nobel de la Paz de 2017 fue entregado a la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares.

Después del comienzo de la Primera Guerra del Congo (1996-1997), y debido a la violencia de los incidentes, Mukwege se desplazó a Bukavu, la antigua Costermansville del Congo Belga, donde en 1999 fundó el Hospital Panzi, especializado en el tratamiento de aquellas personas que han sobrevivido a la violencia, principalmente abusos sexuales. Una gran parte de estos abusos fue cometida en el contexto de una guerra civil de larga duración que causó la muerte a más de seis millones de congoleños. "Denis Mukwege es el principal símbolo de unificación, tanto nacional como internacionalmente, en la lucha contra la violencia sexual en la guerra y en los conflictos armados", señala el comunicado.

Murad, de momento la tercera mujer que gana el Premio Nobel este año, después de Donna Strickland y Frances Arnold, fue ella misma víctima de los crímenes de guerra. Miembro de la minoría yazidí en el norte de Irak, vivió con su familia en la aldea remota de Kojo, que fue acorralada por el Estado Islámico, asesinando a cientos de personas, entre ellas familiares de Nadia. La joven y otras menores de edad fueron secuestradas y utilizadas como esclavas sexuales, sufriendo la violación y otros abusos sistemáticos que formaban parte de la estrategia militar del Estado Islámico: eran un arma en la lucha contra los yazidíes y otras minorías religiosas. El calvario de Nadia Murad duró tres meses y, tras su huida, decidió hablar abiertamente sobre los padecimientos que sufrió.