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Un edén de biodiversidad en el Delta del Ebro

El Delta del Ebro es uno de los entornos naturales más singulares de la geografía española. No solo es el lugar en el que desemboca el Ebro en el Mediterráneo, uno de los principales ríos que vertebran España, sino que por su situación y características también es una zona especialmente favorable para la biodiversidad. Pero si algo otorga a esta zona situada en la provincia de Tarragona un valor ecológico muy especial son sus humedales.

El encuentro del agua dulce proveniente del río Ebro con el agua salada del Mediterráneo permiten la nidificación de numerosas aves en cuatro hábitats distintos, especialmente en la laguna de l´Alfacada, donde se clasifican según su grado de salinidad e inundación. De este modo, humedales dulces, salobres, salinos e hípersalinos favorecen la presencia de todo tipo de aves, que escogen este entorno privilegiado para establecerse y nidificar.

La laguna de l´Alfaçada junto al mar.

Son muchas y muy diversas las especies de aves que llaman hogar a esta laguna: el calamón común (Porphyrio porphyrio), el zampullín (Tachybaptus ruficollis), el ánade real (Anas platyrhynchos), el pato colorado (Netta rufina), la cigüeñuela (Himantopus himantopus) o el fumarel cariblanco (Chlidonias hybrida), además de diversos ardeidos como el avetorillo (Ixobrychus minutus) y la garza imperial (Ardea purpurea).

Además, en los márgenes de la laguna de l´Alfacada crece la sosa alacranera (Arthrocnemum fruticosum), una planta muy suculenta y adaptada a los suelos salinos, por lo que no solo hay espacio suficiente como para que especies como el avetoro (Botaurus stellaris) o el águila pescadora (Pandion haliaetus) la utilicen regularmente como zona estacionaria durante los pasos migratorios, sino que también hay comida. Todo un abanico de especies llena de vida uno de los entornos más especiales de la geografía española, pero tampoco está exento de amenazas.

Un mosaico de especies llaman hogar a la laguna de l´Alfaçada.

Humedales y cambio climático

Toda la zona que conforma el Delta del Ebro es uno de los territorios más vulnerables a los efectos del cambio climático del Mediterráneo. La pesca, la agricultura y el impacto en los ecosistemas de los temporales estacionales cada vez más frecuentes ya son realidades que comprometen el futuro de zonas como esta. Sin ir más lejos, temporales como Gloria y Filomena afectaron a la zona, pero lo hicieron de un modo más leve del que deberían.

¿Por qué? La respuesta se encuentra en los humedales costeros. Su restauración y la gestión adaptativa de estos entornos naturales como la laguna de l´Alfacada han demostrado ser piezas clave para hacer frente a los temporales, pues funcionan como barreras naturales, mitigando el impacto del oleaje marino y, por tanto, reduciendo sus consecuencias en el ecosistema.

Estas lagunas actúan como barrera ante el oleaje, protegiendo el ecosistema.Los márgenes de la laguna, llenos de comida, son lugares perfectos para las aves.

Un futuro prometedor

La Fundación Catalunya La Pedrera se encarga de realizar las acciones de recuperación y conservación de la laguna costera con el objetivo de mejorar el estado ecológico y restaurar el régimen natural de las aguas que aquí confluyen. A través del proyecto europeo LIFE Delta Lagoon se han construido bases, comunicado canales y creado isletas para favorecer la cria de las aves. Además, se ha completado con éxito la reintroducción de un total de 278 de ejemplares de galápago europeo (Emis orbicularis), una especie muy escasa en el Delta, recuperando el paisaje y la dinámica natural de l´Alfacada.

La comida abunda en estos humedales, lugares perfectos para la nidificación y el paso de las aves migratorias.

El siguiente paso, según afirman desde la Fundación Catalunya La Pedrera, es la creación del Centro de Resiliencia Climática, un proyecto pensado para aplicar medidas de mitigación y adaptación al cambio climático en una zona muy vulnerable a sus efectos.

A partir de los medios tecnológicos, el objetivo es conseguir que los territorios tanto de costa como de interior y montaña sean más resistentes ante los efectos de una realidad que afecta a todos los ecosistemas, del mismo modo que se potencien las oportunidades de generar actividad económica de un modo sostenible, responsable e inclusivo.