Llegan el invierno y con él, irremediablemente, el frío. Hay quien lo echa de menos y abraza su llegada con un buen abrigo, jerséis gordos y el mullido edredón nórdico por las noches. Pero también hay quien lo combate, quien en cuanto tiene unos días de descanso prefiere huir al calor del sol de un destino donde el verano no se va nunca. Y ese destino puede ser Eilat, en Israel. A orillas del mar Rojo, esta joven ciudad tiene el privilegio de contar con una media de temperaturas de 25 ºC, con máximas de hasta 28º.

Pensaréis: “esta temperatura también la tiene las Islas Canarias” ¡Cierto! Y Canarias es un destino maravilloso, pero Eilat tiene algo que no tienen nuestras islas: el desierto del Néguev a escasos 30 kilómetros, un lugar que explorar sintiéndose un verdadero beduino; y las preciosas formaciones coralinas del mar Rojo.

Qué hacer en Eilat y alrededores

Esta ciudad israelí es relativamente joven. De hecho, su construcción se debe a David Ben Gurion, primer ministro israelí en los años 50 del siglo XX. Sin embargo, esta ciudad fue levantada en la zona del puerto de Esyon-Geber fundada por el reinado de Salomón, en el siglo X a. C.

Actualmente, Eilat es una ciudad cosmopolita y uno de los grandes enclaves turísticos del país pues, a pesar de estar junto al desierto Néguev, uno de los más áridos del planeta, su ubicación junto al mar le otorga unas temperaturas benévolas durante todo el año. Con actividades para todos los gustos y capacidades -deporte, descanso, ocio nocturno, gastronomía, cultura-, la ciudad de Eilat es un destino cuanto menos curioso.