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Hacia un mundo más amarillo

Fue en el mismo año 1997: mientras la edición española de National Geographic se estrenaba en los quioscos, los países industrializados firmaban en Kioto un acuerdo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre ellas, las producidas por el sector del transporte. Eran tiempos en los que llenar el depósito valía la mitad que ahora. Por contra, un coche medio, según datos del Área Metropolitana de Barcelona, contaminaba tanto como 36 coches actuales.

Han pasado 25 años y, afortunadamente, los progresos alcanzados en la automoción han sido espectaculares. En especial, nos cuenta el ingeniero industrial Manuel Lage, historiador del automóvil y secretario general de la Asociación Empresarial Small Scale Gas Natural, «la enorme reducción de contaminantes lograda mediante sucesivas normas europeas, lo que se consiguió mejorando la combustión en los motores e instalando catalizadores y filtros de partículas en el tubo de escape, así como la disminución de las emisiones de CO2 gracias a los motores de menor tamaño y sobrealimentados». También se eliminó el plomo de las gasolinas, un aditivo que fue sustituido por biocombustibles, de origen vegetal y renovable.

Estas portadas están dedicadas al pico del petróleo, los biocombustibles o la revolución tecnológica.

Hoy los vehículos son además mucho más seguros, gracias al ABS de serie que llevan todos los automóviles y a otras mejoras en su dirección, estabilidad, suspensión y alumbrado. Otro plus de protección son los sistemas de seguridad pasiva, como el airbag, las lunas laminadas o la implementación de zonas de deformación controlada en la carrocería. También ha mejorado el nivel de confort, y los sistemas de navegación han optimizado la conducción.

Ver más la infografía "25 años de cambios"

Obviamente, los vehículos de un siglo XXI marcado por el precio al alza de los combustibles también consumen menos. En nuestro país, más del 50 % de las matriculaciones de coches nuevos no híbridos son de gasolina. Los diésel han pasado de copar el 70 % de las ventas a representar solo un 28 %. «Las ventas han caído brutalmente desde 2015, cuando salió a la luz la famosa polémica con algunos motores diésel. Sin embargo, por su mejor rendimiento térmico, son los que menos CO2 emiten a igualdad de potencia», explica Lage. El porcentaje restante corresponde a los coches híbridos y a los 100 % eléctricos, a los que solemos incluir en el mismo saco. «Es un grave error considerarlos conjuntamente como ecológicos. En los híbridos el porcentaje de uso en eléctrico puro es muy reducido, de un 10 a un 20 % en recorrido urbano y prácticamente cero en interurbano y carretera», señala Lage.

Sin duda falta mucho para que los coches 100 % eléctricos y con emisiones cero, capaces de cubrir grandes distancias, sean mayoría en la carretera. Por el momento hemos asistido a grandes transformaciones, tanto en el diseño de los motores eléctricos –que hoy por hoy obtienen la energía de baterías, que son pesadas, de difícil reciclaje y con una autonomía limitada– como en la implementación de los cargadores, cada vez más comunes en nuestras ciudades. En estos vehículos hemos puesto muchas esperanzas. Habrá que ver de dónde sacaremos toda la electricidad necesaria para cargar tantas baterías –solo de las renovables no será posible– y cómo insertaremos todos sus componentes en un circuito de economía circular. ¿Seremos capaces de resolver todas las dudas en el próximo cuarto de siglo?

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Este artículo pertenece al número de Mayo de 2022 de la revista National Geographic.